 Entré a la Ópera de París por la puerta trasera, de la mano de una bailarina argentina, la única que aparece en la nómina de esta antigua y prestigiosa compañía. Mi estancia en la Ciudad Luz ya casi terminaba, cuando finalmente pudimos concretar la entrevista para Balletin Dance.
En la intimidad de su camerino, en penumbras y recién estrenado, surgió este diálogo con Ludmila Pagliero. Su trayectoria es bien conocida y ahora es una de las Primeras Bailarinas del staff de la Ópera de París, status que logró atravesando todos los rígidos conductos de la formación francesa.
Ludmila Pagliero estudió danza junto a Olga Ferri y destacados profesores en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Luego, integró el cuerpo del Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile, donde fue promovida a solista en la temporada 2000. Un par de años más tarde, tanteando el terreno profesional, obtuvo la Medalla de Plata y el Premio Igor Youskevitch, en el Concurso Internacional de Ballet de Nueva York (2003).
Estos reconocimientos le abrieron las puertas del American Ballet Theatre, con un contrato anual. A pesar de tan seductora oferta, Ludmila torció su rumbo y decidió irse a la Ópera de París por un contrato de tres meses. Ahí comenzó la aventura de escalar niveles en una compañía de 154 bailarines permanentes, donde lo que menos abunda son precisamente los extranjeros. Con las interrogantes sobre esa primera etapa comenzó esta conversación.
¿Por qué la Ópera de París en lugar del American Ballet Theatre? La respuesta es simple. Siempre tuve el sueño de trabajar y vivir en Europa, antes de que apareciera la danza en mi vida. Cuando se dio esta oportunidad de elegir entre estas dos grandes compañías, opté por la Ópera porque sabía que era para estos lados que tenía que venir. Funcionara o no en la Ópera de París, iba a tener la oportunidad de moverme en un espacio geográfico donde hay muchas compañías y podría probar en varios lugares. Por otro lado, también estuve siempre más pegada a la Ópera de París que al American Ballet Theatre. También por mi carácter y mi forma de ser, estoy más cercana de las maneras de hacer de Europa.
A la Ópera llegué en 2003 como refuerzo. Estuve a prueba por tres meses. Luego me alargaron el contrato hasta el final de la temporada. Estuve un año más, así pude volver a pasar el examen para quedar como titular de la compañía. Es un examen difícil porque también están las chicas que vienen de la escuela de Ópera de París, que tienen mayor vínculo con la compañía. Pero hice mi prueba y me titularizaron en 2005. A partir de ahí ya me podía presentar en el examen que se hace en noviembre para subir de categoría.
Recorrí todos los niveles hasta noviembre de 2009, en que había solamente un puesto de Primera Bailarina, y bueno, después que pasé todas las pruebas resultó que me eligieron a mí, entre ocho bailarinas que estaban compitiendo por el mismo puesto.
Concurso En el examen hay un jurado de diez personas donde están la directora del Ballet, el director del Teatro, dos maestros de baile invitados, y por votación del cuerpo de baile se eligen a las personas de la compañía que se postulan para integrar este jurado. Todo se hace muy democrático. Se puede postular desde un bailarín del cuerpo de baile, hasta un Etoile (Estrella) que es el rango mayor. El jurado es bastante diverso, porque además de la gente de la compañía que conoce el trabajo anual y puede dar una valoración más completa y general de la persona que se presenta al concurso, por otro lado, están los invitados de afuera que llegan y el contacto es por primera vez; para ellos es como un espectáculo de un día.
¿Cómo es el examen? Es terrible. Hay una variación impuesta por la dirección para cada categoría que tienen que preparar todas las participantes del concurso. En mi caso, para la evaluación de Primera Bailarina, eligieron la variación rápida de Other Dances de Jerome Robbins. Nos designan un maestro de baile para que nos entrene durante un mes, todos los días. Además de las clases de tu grupo, tenés las clases con las chicas que concursan contigo, donde trabajás la variación impuesta por la dirección.
Después cada bailarina tiene derecho a elegir una variación del repertorio activo de la Ópera de París que podés trabajar independiente con la persona que quieras. Escogí la de la habitación del ballet Carmen de Roland Petit. Hay que buscar salas que estén libres para poder ensayar, porque todo el mundo quiere entrenarse. Te preparás durante un mes y luego hay un ensayo general en el escenario. Cada categoría pasa en su tiempo. Para la competencia se adjudica una letra por sorteo, y a partir de la que te toca y por orden alfabético, se organiza el listado de la competencia.
Cuando llega el momento, una persona va anunciando a las bailarinas en su orden. Todo sucede en el escenario de la Ópera, pero el público no puede aplaudir: la bailarina saluda en silencio, se retira y espera a que suene una campanita, que indica que ya el jurado ha decidido su puntuación y que puede comenzar la próxima competidora. Así se hacen todas las variaciones impuestas. Luego en el mismo orden se hacen todas las variaciones libres.
Pero desde el comienzo hay un ambiente muy tenso, de examen, de concurso, pero un concurso diferente porque no hay aplausos. Para las variaciones impuestas todas estamos vestidas iguales, para que no haya diferencia, mientras que en las libres se puede usar el traje de la obra.
Eso pasa un día en el año, en el mes de noviembre, un día para las mujeres y otro para los hombres.
¿Cómo fue ese momento en que te dieron el resultado? Éramos ocho bailarinas optando por una sola plaza, así que era bien difícil, por eso yo no esperaba nada. Depende también del gusto del que te está mirando desde el jurado, a veces es muy subjetivo. Una siempre quiere mostrar su forma de ser, su forma de bailar, entonces no hay comparación que hacer. Sinceramente, traté de hacerlo todo bien, pero no esperaba nada. Fue un día de mucha tensión, las cosas llegaron de una forma en que no tuve tiempo de cuestionarme si hice lo que realmente quería hacer. Entonces, salí y me dije, “bueno, hay un puesto y veremos”. Prácticamente no tenía ninguna esperanza.
Después del examen, estaba en un bar sentada con unos amigos que me vinieron a ver, discutiendo, charlando, con bailarines amigos que me aprecian, gente con la que trabajo con quienes tenemos una complicidad mutua, y estaban ahí para apoyarme. Sonó el teléfono y era la maestra que me preparó. Me dijo: “tienes el puesto”. Fue como una explosión. Me puse a llorar porque no me lo esperaba y porque la presión de un mes empieza a bajar. Ya sabés que si ese día funciona, pasando a ser una primera bailarina en la compañía te puede cambiar un montón de cosas.
¿En qué roles te has implicado y qué te ha dado mayor satisfacción? Antes de asumir esta categoría ya me habían puesto en el personaje de Clara de El Cascanueces, en una función de las 22 que anunciaba la compañía. Fue mi primer protagónico como Primera Bailarina en la Ópera de París.
Fue toda una experiencia, porque cuando uno tiene un espectáculo bueno, te preparás para eso con empeño, y todas tus neuronas están en función de ello. Pasaron muchas cosas lindas ese día. Por suerte mis padres pudieron venir desde Buenos Aires. Esa noche de mi espectáculo fue el primer día que nevó en París, el año pasado. Fue, realmente, un día inolvidable. A partir de enero de 2010 hice la Dama de las Camelias de John Neumeier, interpreté los personajes de Manon y de Prudencia (bien diferentes), también bailé otras cosas por suplencias, por bailarinas que se lastimaron. Estaba tan feliz de todo lo que me pasaba en ese momento, que no me pareció difícil asumir estas dos mujeres del mismo ballet y con tantas funciones, porque esa obra tiene que ver un poco con la manera que yo tengo de bailar. Enseguida me metí en los personajes, no me costó ni me dio miedo hacerlo. Originalmente tenía dos espectáculos de Manon y tres de Prudencia, pero por reemplazos terminé haciendo unos cinco espectáculos como Manon.
¿Cómo te ha tratado la crítica francesa? La crítica me ha tratado bien. En principio remarcando que soy argentina, para señalar la diferencia con que no soy francesa, hasta que se acostumbraron a ver el contraste como algo positivo. Al principio me molestaba un poco, porque formo parte de la Ópera de París y trabajo para la Ópera de París como si trabajara en Argentina, o en cualquier lugar. En fin, la crítica tampoco me conocía demasiado.
Después de La Dama de las Camelia nos fuimos a Japón, donde hicimos Cenicienta y Giselle. Volviendo de Japón tuve el hermoso regalo de poder bailar In the Night de Jerome Robbins. Esa fue una oportunidad circunstancial también, porque los bailarines que asumían la pieza no estaban en París y con la explosión del volcán y las cenizas no dejaban realizar los vuelos. Así que de un día para otro me encontraba bailando In the Night, uno de los ballets más maravillosos para mí.
En la Ópera de París solamente las Etoiles asumen ese pas de deux. La crítica escribió elogios sobre mi presencia en la obra. Fue una experiencia tremenda. Al tiempo que pasaba esto preparaba un ballet de Jirí Kilyán y sabía que no podía descuidar nada.
¿Cómo te trata París? Es fría y es gris… (risas). París es genial, es hermosa: la arquitectura, los museos, la cultura, los espectáculos, podés ver siempre algo diferente. Hay muchas cosas que pasan en la ciudad. Lo más difícil es el clima. Hay poca luz, poco sol, el invierno dura seis meses. Más que nada es la luz, siempre está cubierto París, hay un espíritu melancólico.
¿Te interesa ir a bailar a Buenos Aires? ¿Hay alguna posibilidad? Bailé en la gala por los 100 años del Teatro Colón, en 2008. Después de un tiempo largo, el Teatro está reabierto, creo que todo tiene que volver a su lugar. Eso llevará una adaptación, porque ellos hacían pocas funciones, no tienen el mismo ritmo de antes, eso llevará su tiempo. Pero siempre me interesa volver a bailar en mi país, enseñar lo que he aprendido acá.
¿Cuáles son las perspectivas de tu carrera artística? Seguir trabajando a full y tratar de tener acceso a roles principales. Mis aspiraciones son ser bailarina Etoile de la Ópera de París. Quiero hacer una Giselle, una Odette-Odile, el protagónico de Romeo y Julieta. Lo que más quiero es poder contar las historias como si las viviera, levantarme sabiendo que tengo un protagónico por delante, y al final de la noche, entrar a mi casa y decir “fue genial”.
Futuro En la Opera de París tengo la posibilidad de bailar y aprender nuevas cosas, me están dando roles, oportunidades. Estoy motivada, así que la idea de irme a otro lugar no cruza por mi cabeza. Además, hay artistas de mucha experiencia, con los que aprendo cada día.
Consejo para bailarines que comienzan sus carreras Creo que podría decirles que no hay que tener miedo a enfrentar nuevos roles, sólo hay que estudiar y saber cuáles son tus posibilidades y potencialidades. La danza es un arte que necesita mucho trabajo, mucha tenacidad, tener una gran sensibilidad para enfrentar el escenario. Para mi la humildad es lo más importante en esta carrera, que es difícil porque tiene un alto grado de competencia, el ambiente del teatro también es muy particular.
Entonces, hay que cuidarse mucho, hay que saber lo que uno quiere, saber lo que uno vale, y no dejar de trabajar y de soñar. Tuve que dejar mi país, mi teatro para poder hacer las cosas que quería, y aquí estoy, ya he logrado algunas, sé que me falta mucho y sigo en ese camino.
Hay que estar abierto a todas las posibilidades, y estar siempre dispuesta a reemplazar, como me decía mi profesora, siempre las puntas en las manos, bien peinada y maquillada, y si te dicen puedes hacerlo, saber que sí puedes. Así son las oportunidades en la vida, estar en el justo lugar, en el buen momento. Estoy tranquila, porque todas las decisiones que tomé, hasta el día de hoy, no hay ninguna que no haya salido de mi corazón.
Para finalizar Pues, quiero ir a bailar algún día a Cuba. No conozco el país, pero conozco a muchos bailarines cubanos. Una vez me dije, me voy a ir a Cuba a hacer una temporada, para poder saltar como lo hacen los cubanos que es impresionante. También me gustaría ir a ver los espectáculos de la compañía. Vamos a ver cuándo tengo la oportunidad.
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